Hay muchas más galaxias de las que se creía

Hay muchas más galaxias de lo que se creía. O por lo menos así es en el Universo primitivo, según revela un estudio llevado a cabo por investigadores de la universidad británica de Sussex. Lo cual podría resolver el misterio de cómo es posible que en una época muy temprana del Universo ya existieran galaxias extremadamente activas y brillantes. Se podría decir que lo que han hecho los científicos es «disipar» las inmensas nubes de gas y polvo en el Universo distante y «echar un vistazo» a lo que se escondía tras ellas. Toda una sorpresa, ya que el brillo de todo ese polvo calentado que llega hasta nuestro planeta se debe a tres o cuatro galaxias y no a una sola, como se pensaba hasta ahora.


El estudio, que aparecerá próximamente en «Monthly Notices of the Royal Astronomical Society» y que se puede consultar ya en ArXiv, se ha realizado aplicando métodos estadísticos a los datos del telescopio espacial Herschel, y ha conseguido resolver uno de los grandes enigmas de la Astrofísica.
Para Jillian Scudder, autor principal de la investigación, «se trata de unos resultados realmente interesantes, porque cuando asumimos que una sola galaxia debe ser la única responsable de la totalidad de la emisión de polvo, significa también que esa galaxia debe de estar formando un número enorme de estrellas. Y esa tasa de formación estelar en una galaxia del Universo primitivo es algo muy difícil de explicar. Pero al descubrir que cada galaxia son en realidad dos o tres, hemos reducido en un tercio el número de estrellas que cada una de ellas tiene que producir».
Las observaciones del Universo lejano en el rango de los infrarrojos arroja imágenes de una resolución relativamente baja, por lo que cada objeto detectado por el Herschel aparece difuminado en un área equivalente a 26 veces la longitud de la Vía Láctea. Si pudiéramos observar ese trozo de espacio con más resolución, nos daríamos cuenta de que a menudo no se trata de una, sino de varias galaxias juntas.

Galaxias que se solapan

Esta súbita abundancia de galaxias hace también que sea mucho más difícil averiguar cuál de ellas exactamente es la responsable del brillo del polvo que captamos desde la Tierra. Lo lógico sería asignar la responsabilidad a la galaxia que estuviera más cerca del centro de la nube de polvo y gas. Pero no siempre hay una en esa posición tan privilegiada.
En este estudio, los investigadores han utilizado métodos estadísticos para hallar la mejor forma de «asignar» la luz captada por el Herschel, teniendo para ello en cuenta la posición de las galaxias conocidas y más cercanas a la nube. Si alguna de ellas se encuentra en el centro exacto, entonces probablemente sea esa la responsable de la mayor parte, incluso de la totalidad del resplandor captado por el telescopio. Sin embargo, si no se observan galaxias justo en la zona central de la nube de polvo, o si el resplandor no es perfectamente esférico, entonces es más que probable que más de una galaxia esté contribuyendo a generar el brillo.
Para Scudder, «incluso después de haber descubierto varias galaxias detrás del resplandor de cada nube de polvo, cada una de ellas sigue siendo aún muy brillante y está formando un montón de nuevas estrellas. Y el hecho de que haya varias galaxias brillantes tan cerca unas de otras puede significar que están interactuando de alguna forma entre ellas, lo que puede ayudar a explicar cómo llegaron a ser tan brillantes en una época tan temprana».
Durante el estudio se observó una muestra de 360 objetos brillantes detectados por Herschel, y prácticamente todos (el 95% de ellos) estaba formado por lo menos por dos galaxias diferentes.

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