Cometas interestelares, la nueva explicación para la megaestructura alienígena

KIC 8462852, a unos 1.500 años luz de la Tierra, sigue siendo una de las estrellas más intrigantes (y estudiadas) de todo el Universo. Conocida también como "estrella de Tabby", en honor de Tabetha S. Boyajian, la astrónoma que la estudió primero, saltó a la fama el año pasado, cuando su extraño comportamiento dejó estupefactos a los científicos que la observaban. Y no era para menos. La estrella, en efecto, experimentaba súbitos e inexplicables cambios de luminosidad, alteraciones de hasta un 20% en su brillo (algo nunca visto en ninguna otra estrella), lo que sugería que algo de tamaño monstruoso pasaba a veces por delante de ella, ocultándonos parte de su luz. Ese "algo", además, no podía ser un planeta, ya que incluso uno de los grandes, del tamaño de nuestro Júpter, habría conseguido rebajar en apenas un 1% la luminosidad del astro.


¿Cuál era, pues, la causa de estos repentinos oscurecimientos? La maquinaria de la ciencia se puso en marcha, en busca de una explicación. Se habló de "enjambres de cometas", de procesos desconocidos en el interior de la propia estrella, de fenómenos nucleares extremos... Pero todos esos intentos de explicación cojeaban, todos tenían algún fallo, alguna incongruencia que fue haciendo que se descartaran uno a uno.
Surgió entonces la idea, como una hipótesis más entre otras muchas, de que nos enfrentábamos, por primera vez, a una "megaestructura" artificial, una construida por una hipotética civilización extraterrestre mucho más avanzada que la nuestra, una especie de rejilla metálica gigantesca construida alrededor de la estrella (una esfera de Dyson), con el objeto, probablemente, de extraer su energía. La idea partió, además, de un científico, Jason Wright, astrónomo de la Universidad Estatal de Pennsylvania.
A falta de cualquier otra explicación, la de la estructura alienígena pasó a considerarse como una posibilidad más, a la espera de que alguien lograra algún día resolver el problema. Además del propio Wright, varios científicos más se sumaron a la interpretación ET.
Pero los estudios de numerosos grupos de astrónomos de todo el mundo continuaron. y ahora un equipo de investigadores del Observatorio Naval norteamericano en Washington, encabezado por Valeri Makarov y Alexey Goldin, han aportado una nueva (posible) solución al misterio. Para ellos, en efecto, las causas de los intrigantes oscurecimientos de Tabby no se encuentran en las proximidades de la estrella, sino muy lejos de ella.
Para su trabajo, recién aparecido en arXiv.org, Makarov y Goldin se fijaron en los cambios de brillo más pequeños, los que solo reducían el brillo de la estrella entre un 0,1% y un 7%. Y se dieron cuenta de que mientras sucedían estos pequeños oscurecimientos, también la posición de la luz se movía ligeramente, lo que sugiere la presencia de otra estrella diferente en nuestra línea de visión durante los periodos de reducción de brillo. Sin embargo, eso no significa en absoluto que el problema esté resuelto, ya que los propios investigadores subrayan que los oscurecimientos más pronunciados, los que llegan hasta el 20%, proceden sin duda de la propia Tabby.
El equipo de científicos sugiere que si tenemos una segunda estrella en la partida, una que durante los oscurecimientos está precisamente en la misma línea visual que Tabby, entonces el fenómeno no se debe a la presencia de "algo" en órbita de la estrella, sino que más bien es el resultado de alguna clase de "desorden" en el vasto espacio interestelar.

Nube de cometas

Makarov y Goldin no pueden concretar de qué tipo de "desorden" podría tratarse, aunque especulan con la posibilidad de que se deba a la presencia de una nube de cometas, o planetoides, que se encuentran en el espacio vacío entre las dos estrellas. Los cometas son materiales sobrantes de la formación de los sistemas planetarios, y aunque normalmente se encuentran dentro de esos sistemas, también pueden ser expulsados lejos de la órbita estelar debido al "empujón" gravitatorio de planetas en busca de sus lugares definitivos.
Se da la ciscunstancia de que nadie, nunca, ha detectado hasta ahora ningún "cometa interestelar", aunque eso, según los investigadores, podría deberse a la enorme dificultad de localizarlos en la oscuridad del espacio que hay entre las estrellas.
"Es posible que el espacio interestelar esté lleno de cometas flotando libremente -explica Makarov a la revista New Scientist-. ¿Pero trate de encontrarlos! Se trata de cuerpos oscuros y fríos, viajando de ninguna parte a ninguna parte para siempre".
Por supuesto, la explicación de Makarov y Goldin no es una solución definitiva al problema, sino otro intento más de explicación. Uno, por cierto, que tiene bastante lógica, aunque resulta realmente difícil de comprobar. De hecho, aunque queramos, la tecnología actual no es lo suficientemente buena como para localizar cometas en la negrura del espacio interestelar. Y para comprobar si realmente hay, o no, una segunda estrella involucrada en el proceso, no tendremos más remedio que esperar algunas décadas, para que esa hipotética estrella se aparte de nuestra línea de visión de Tabby y se muestre a los telescopios.

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